31 de julio de 1749

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Escribo esta columna el 31 de julio (…) ¡Qué importante es la escritura para la memoria de los pueblos! En especial de los pueblos históricamente oprimidos que solo tenían tradición oral porque, o no sabían escribir o no les dejaban aprender los de siempre que ahora van de progres porque les conviene para adaptarse y vivir también de la democracia.

Sí, es importante dejar las desgracias escritas. Y no ya solo para reivindicaciones y exigencias de justicia social sino para que los demás comprendan por qué determinados pueblos prefirieron quedarse socialmente arrinconados y “no integrarse”. No integrase por elección… ¡es tan injusta esta sospecha!

Miren, es frecuente que yo repudie el victimismo. Y lo hago porque muchas veces se torna en oportunismo o complejo de inferioridad. Pero otras no es victimismo sino un gritar libres contra una injusticia histórica. Con solo eso nos damos por reparados e indemnizados. Y que este grito de libertad y protesta es victimismo interesado lo que realmente esconde es el argumento del intolerante para impedir el acceso a la igualdad del que considera unilateralmente y contra toda lógica, indigno de ser igual.

Indudablemente, la forma de entrar el pueblo gitano a la península ibérica fue distinta a todos los demás pueblos sencillamente porque fue el único que no entró intentando ocupar el lugar del otro. Ni del otro ni de nadie. Pero sí que, frente a lo que no se sabe a nivel popular, el pueblo gitano intento hacerlo de forma legal pidiendo permiso a las más altas autoridades. Ahí están los documentos del rey Alfonso el Magnánimo de Aragón o del condestable Lucas de Iranzo de Jaén. Incluso muchos grupos de gitanos se ofrecieron en armas a los Tercios Españoles siendo sistemáticamente rechazados.

Pero la diferencia en la alegría que portaban era insultante para un sistema esencialmente estamental. Que terrible es que a nivel popular se extendiera la idea de que el pueblo gitano no quería integrase y a la par, no sepa absolutamente nada – porque así se ha dispuesto por los de siempre- de nuestro particular Holocausto Nacional que se intentó silenciar no ocupando lugar alguno en los libros de historia. He dicho que no pretendo reivindicar nada ni exigir nada. Solo que la gente sepa de dónde vienen las cosas como mínimo para entender el presente gitano.

En 1749 se dictó una prisión general de gitanos sin juicio previo. Es decir, una Solución Final a modo de los nazis. En todo el territorio español, toda gitana o gitano tenía que ser encerrado por largos años por el hecho de ser gitanos y punto. Decían que la orden del rey pretendió erradicar el nomadismo que, aparte, no era otra cosa por mucho que a muchos les pese que la practica efectiva no tanto de la libertad- que también- sino de la laboralidad. Porque el pueblo gitano viajaba para ejercer oficios muy honorables. Pero para añadir más holocausto si cabe, esta orden no consiguió apresar a los que perseguía, es decir, a los grupos de gitanos nómadas, porque no los encontró. Entonces la orden se revolvió como una mala bicha precisamente contra las familias gitanas contra las que esta orden no tenía finalidad alguna porque no precisaban ningún plan de integración, o sea, a los gitanos avecindados con oficios reconocidos.  Pero claro, al llamarse “Prisión General de Gitanos” que estuvieran normalizados o no, era lo de menos al tratarse de una orden estrictamente de carácter étnico; como el nazismo con los judíos para que me entendáis del tirón.

Las consecuencias fueron de una tragedia sin límites para miles de personas y por las que aún el pueblo gitano socialmente cojea: separación de familias, penas incontroladas, mortalidad sin parangón en prisión…que provocó miedo y desconfianza del pueblo gitano hacia un sistema que castigaba con penas casi perpetuas a los que hacían el esfuerzo de integrase en un modelo social que por otra parte no era modelo de nada porque era esencialmente arbitrario. (aunque si cabe, con esta desgracia se desarrolló el grito flamenco trágico más que en ninguna otra época).

No busco nada ya. Lo he dicho. Bueno sí. Cuando usted que lee y no es gitano se pregunté por qué el pueblo gitano parece que en periodos pre democráticos no se quería integrar, ya tiene la respuesta: por miedo a la barbarie efectivamente mostrada por un sistema que no los consideraba personas individualmente consideradas sino una masa a exterminar. 31 de julio de 1749 en nuestra querida España. Una fecha tan hiriente como vergonzosa que se quiere silenciar, que no se menciona en ningún plan educativo. Pero que hoy el Diario Córdoba, —y los más de 80.000 inscritos con que cuenta la Unión del pueblo Romaní—tira a la sociedad como una lanza de justicia y comprensión.

Marcos Santiago Cortés, abogado