Hace unos días vi la buenísima entrevista que se le realizó a Manuel Moreno Maya El Pele, nuestro genial cantaor, en Onda Mezquita, de 7 TV. Y es que, acostumbrados a verlo cantar como los ángeles, esta vez lo disfrutamos con un verbo apacible, sincero y cercano, contando sus más íntimas inquietudes de pasado, presente y futuro. ¡Y qué bien se expresaba el tío! ¡Cómo me gustaría que fuese una pieza fundamental en la Cátedra de Flamencología de la UCO o que el Ayuntamiento lo nombrara hijo predilecto! Porque con la reciente concesión al artista de la medalla a las Bellas Artes, los Reyes de España nos han puesto a huevo lo que Córdoba tiene que hacer. Además, es el momento. Córdoba es así de sincera y así de certera. Todo lo hace a su tiempo. Le tengo mucho respeto y cariño a Sevilla, pero no comparto algunas de sus filosofías; por ejemplo, que en un sevillano salte un charco y Sevilla lo ponga en el libro Guinness, pues seguramente está bien de cara a la promoción de los suyos, pero no para la realidad de las cosas. Nosotros somos más realistas que patriotas porque quizá nuestra patria es la discreción. Córdoba da lo que merece en su momento.
Y ahora es el momento de El Pele. Nuestro paisano está en un periodo idóneo: como persona ha superado con valentía una enfermedad que no le ha hecho desfallecer ni un segundo. Y como artista, lo de El Pele es un milagro flamenco. Y no ya porque estando malo arrancó de sus entrañas en la Bienal -para mí- la mejor soleá de todos los tiempos, sino porque por pura bendición divina, la voz de El Pele está cada día más joven. Miren, todos los monstruos del flamenco, a medida que van haciéndose mayores, pierden frescura en la voz y profundidad en la tonalidad. Y eso tratan de compensarlo con picardía en los tercios y duendes veteranos. Del mismísimo Camarón de la Isla, por mucho que miremos para otro lado por idolatría, sabemos que su voz de los noventa no era la de los setenta.
Pero El Pele tiene ahora tiene más facultades para cantar y tiene la voz más fina y bonita que de mocito. Repito, es el momento de El Pele, no solo porque ha superado su enfermedad, no solo por su estrellato musical, sino porque es un buen cordobés de toda la vida; esposo, padre, abuelo e, incluso, un suegro para comérselo. Y gracias a él, Córdoba es el centro mundial del flamenco. Y no me corto en dejar escrito que con todo lo que presumen de puros los artistas nacidos en la baja Andalucía, ante los quejíos eternos y sangrientos de nuestro paisano no tienen más remedio que agachar la cabeza. Por todo ello, casi grito al Consistorio que lo nombre, ya, hijo predilecto de Córdoba. Porque si no le damos ahora a El Pele ese honor, ¡cuándo coño se lo vamos a dar!