Durante la mañana del pasado 30 de noviembre la Sala Polisón de Burgos ha sido el lugar de celebración de las jornadas de mujeres gitanas ‘Mi historia, mi voz’. Uno de los objetivos fundamentales de este evento es lanzar un mensaje de lucha por la inclusión social, educativa y laboral.
Varias mujeres del pueblo gitano han protagonizado unas charlas que pretenden definir que ni ser mujer ni ser gitana puede ser símbolo de vergüenza o exclusión. Durante su celebración se ha podido escuchar frases tan contundentes como ‘no dejéis de ser protagonistas del empoderamiento’. La filóloga y profesora, Araceli Cañadas; las mediadoras de la Asociación Arakeranda, Itamar Da Fonseca y Sally Cortés; la trabajadora social de la Asociación Sim Romi, Pilar García, entre otras han hablado sobre la superación de estereotipos en estas jornadas.
A la inauguración de este acto ha acudido la concejala de Servicios Sociales, Gema Conde, que ha realizado un alegato por la libertad. Tradicionalmente la mujer gitana dependía de un hombre, ya fuera su padre, sus hermanos, su pareja o finalmente, sus hijos. Sin embargo, Conde se pregunta si el cambio social de los últimos 40 años también se ha reflejado en el pueblo gitano y se advierten cambios en esta materia.
‘Hay un aspecto que se debe tener en cuenta, la mujer gitana sufre doble exclusión’, critica Conde, que anima a ‘sentir orgullo’ a todas ellas. Para luchar contra este prejuicio es importante la educación y en este sentido han animado a las asistentes a educar el futuro de su historia, los niños.
Derivado de este aspecto, la Asociación Promoción Gitana ya tiene planeadas las próximas jornadas, de las que esperan contar con la participación del sistema educativo. La trabajadora Social, Mari Cruz Villaluenga, asegura dentro del sistema público se dan situaciones que no pueden permitirse, como impedir el acceso de niños y niñas a las escuelas.
Por otro lado, la formación resulta fundamental para prosperar en la sociedad y no debe impedirlo tener pareja, según Villaluenga. Uno de los aspectos que han de mejorar es la corresponsabilidad en el hogar. Finalmente, valoran la inclusión social, pero sin perder su esencia y para ello, la sociedad debe entender que no puede privar de sus ‘rarezas’ al pueblo gitano e imponer su modelo de vida. Asimismo, se debe cambiar desde dentro para lograr un mundo variado y respetuoso, que no se aproveche del débil, y para ello, de nuevo, insisten en el valor de la educación y formación.