Una encuesta sobre población gitana realizada por Unión Romaní a 377 personas no gitanas, 233 hombres y 144 mujeres, revela los prejuicios, el racismo y la discriminación hacia esta minoría que todavía existen en nuestra sociedad.
El sondeo se llevó a cabo en institutos de secundaria, centros de educación permanente y centros cívicos y sociales de Sevilla, Huelva y las localidades jiennenses de Linares y Guarromán, entre finales de octubre y mediados de diciembre de 2018 y constó de siete preguntas anónimas, seis de ellas de respuesta cerrada y una séptima abierta.
Entre los resultados obtenidos, llama la atención por su gravedad que un 17,5% de los consultados vea justificado el rechazo social a la población gitana y que además el 20,16% culpe a los propios gitanos de su situación de exclusión, lejos de considerarlos víctimas. No obstante, la respuesta mayoritaria hace responsables a las personas no gitanas, el 43,24%. Le siguen, en tercer lugar, las administraciones públicas con un 13,53%.
También en el ámbito laboral se hace patente esta discriminación. Un 18,83% de los encuestados afirma que, si fuera empresario y buscase empleados, tendría en cuenta si los candidatos son o no gitanos a la hora de contratarlos, lo que demuestra las dificultades añadidas a las que se enfrentan los gitanos a la hora de encontrar un trabajo por cuenta ajena.
Interrogados por las causas de estas actitudes de rechazo hacia la población gitana, un mayoritario 56,49% señaló a la ‘mala fama’ que atribuyen a esta minoría como motivo principal. La segunda respuesta más marcada fue la ‘desconfianza’ (un 16,44%) que aseguran tiene el resto de la sociedad hacia los gitanos; mientras que sólo un 8,76% apuntó a la ‘desigualdad de oportunidades’ como origen de esta situación.
Más racismo a edades más avanzadas
Por edades, los resultados reflejan que el racismo hacia la comunidad rromà es mayor en la población que supera los 60 años y ello a pesar de que este segmento generacional es el que asegura tener menos relación con gitanos (un 53,33%, muy por debajo del 87% de media total). Un preocupante 46,66% de los mayores de 60 años considera a los propios gitanos responsables de su situación de exclusión y un alarmante 60% tendría en cuenta si los candidatos a un empleo son o no gitanos si fueran empresarios (dato 41,17 puntos superior a la media). Es además el único tramo generacional donde el sí supera al no en esta pregunta.
Conforme va disminuyendo la edad de los encuestados, se hace patente una reducción progresiva del rechazo, aunque aún sigue demasiado presente. Así, en el intervalo de entre 30 y 60 años se acusa a las administraciones públicas de la falta de inclusión social de la comunidad gitana (un 31,58%) y no a los propios gitanos. Les siguen los ‘gadyes’ (no gitanos), con el 28,43% de los votos.
En la sexta pregunta, se aprecia también una notable diferencia con respecto a los mayores de 60 años: El 26,31% tendría en cuenta si una persona es o no gitano para contratarlo, una cifra aún elevada pero considerablemente menor al 60% de la generación más envejecida y contrarrestada además por el 73,69% que declaran que no lo tendrían en cuenta.
Finalmente, los más jóvenes (menores de 30 años) se presentan como los menos antigitanistas. Un 15,73% todavía opina que el rechazo a la población romaní está justificado, pero el porcentaje es ligeramente inferior a la media total de este estudio (17,5%) y es el menor de todos los segmentos de edad, aunque no por ello deja de ser preocupante. Por ende, la respuesta contraria es superior a la misma media. Sobre los responsables de la falta de inclusión, los menores de 30 años señalan a las personas no gitanas como principales actores, con un 49,82%. Los gitanos ocupan el segundo lugar, aunque a mucha distancia (19,10%). Por último, respecto a si sopesarían la condición de gitano o gadyé a la hora de contratar a alguien para un trabajo, sólo un 13,85% respondió afirmativamente, frente al 86,15% restante. De nuevo se trata de un dato inferior a la media del estudio.
En lo que respecta a la pregunta abierta, predominaron, aunque por poca diferencia, los adjetivos negativos sobre los positivos a la hora de definir a esta minoría. Esto resulta bastante llamativo teniendo en cuenta que un elevado porcentaje de individuos negó que el rechazo social estuviera justificado (el 82,5%).
Los datos de esta encuesta ponen de relieve, en definitiva, el camino que queda aún por recorrer para la plena igualdad de oportunidades e inclusión de la comunidad gitana en la sociedad andaluza, y ello a pesar de que es la autonomía que cuenta con mayor número de gitanos de toda España (más de 350.000) y la menos racista.