El presidente Donald Trump dejó perplejo al mundo entero la semana pasada con su elogio a los buenos genes de la población de Minnesota, un discurso escalofriantemente similar al del genocida Adolf Hitler.
Steve Silberman, historiador del Holocausto, describió el discurso de Trump sobre los buenos genes como “indistinguible de la retórica nazi que llevó al exterminio a los judíos, a las personas con discapacidades, a los gitanos, (…)”. Un portavoz de la asociación de defensa de los judíos J Street ha declarado: “Una y otra vez, el presidente Trump y sus aliados abrazan alegremente tópicos e ideas peligrosas del nacionalismo blanco”. “Está claro que la visión del mundo que tiene Trump desde la extrema derecha supone una amenaza sin precedentes para los refugiados, los inmigrantes y las minorías más vulnerables del país (…)”.
Durante un mitin la semana pasada, Trump elogió de forma inequívoca los genes de Minnesota, un estado constituido en un 84% por personas blancas donde predomina la ascendencia alemana y escandinava.
En ese mismo discurso, se burló de los refugiados y atacó a tres congresistas demócratas de raza negra: Alexandria Ocasio-Cortez (Nueva York), Rashida Tlaib (Michigan) e Ilhan Omar (Minnesota).
“Tenéis buenos genes, ¿lo sabéis, vedad?”, le dijo Trump el pasado viernes a la multitud, de abrumadora mayoría blanca. “Es mucho lo que depende de los genes. Se ve con los caballos de carreras. ¿O es que pensáis que con nosotros es diferente? Tenéis buenos genes en Minnesota”.
En genética, la teoría de los caballos de carrera defiende que algunos seres humanos nacen siendo genéticamente superiores a otros. Halie Soifer, enmarca estas declaraciones de Trump dentro de la eugenesia, que basa la validez de un ser humano en sus genes. “Los nazis la usaron para justificar el genocidio y hoy la utilizan los supremacistas blancos (y al parecer también el presidente de los Estados Unidos) para justificar el odio” también ve similitudes entre el discurso de Trump y la retórica nazi.
Trump cree que existen razas superiores entre los humanos y está convencido de que su destino es ser el líder por su propia genética superior, explica uno de sus biógrafos, Michael D’Antonio. Trump no cree que necesite estudiar, leer o consultar nada con los expertos porque ya tiene todo el conocimiento necesario (y una capacidad innata) para saber instintivamente lo que debe hacer.
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