Los medios de comunicación, y especialmente las televisiones, dieron la noticia en sus telediarios diciendo que “una manifestación muy peculiar se produjo en el céntrico Paseo de Gracia de Barcelona”. Y llevaban razón, porque nunca los barceloneses habían visto tantas banderas gitanas ondeando al viento y a tantos jóvenes, hombres y mujeres desfilando por las amplias aceras de la avenida más importante de la capital catalana.
Hicimos un recorrido corto, unos quinientos metros, que son los que separan la sede del Parlamento Europeo y de la Comisión en la ciudad Condal y el consulado de Italia, ubicado en la calle Mallorca, esquina Vía Layetana. Pero fueron suficientes para que los manifestantes (la policía municipal, -que siempre tira a la baja-, y algunos periódicos dicen que fuimos “varios centenares”. Nosotros contamos entre 480 y 510 personas) pudieran gritar con entusiasmo, no exento de rabia, “Salvini dimisión, que lo juzguen y a prisión”, “somos gitanos, somos catalanes, somos españoles, somos europeos”, “anti-gitanismo es lo mismo que fascismo”, “somos hermanos, gitanos italianos”.
Los viandantes, y especialmente los turistas que contemplaban “La Pedrera”, obra maestra junto con la Sagrada Familia de Gaudí, nos miraban sorprendidos y entre ellos, bastantes italianos, nos aplaudieron y nos felicitaron manifestándonos su complacencia por nuestra protesta. Lo cierto es que junto a los abundantes medios de comunicación españoles que siguieron nuestra marcha, varios corresponsales de medios italianos recogieron nuestras declaraciones. Desgraciadamente TVE nos ignoró.
Nuestra marcha por las calles de Barcelona nos encaminó a la sede de la representación oficial de la Comisión de la Unión Europea. Fuimos recibidos amablemente por el máximo representante de esta institución en Cataluña, don Ferran Tarradellas, a quien hicimos entrega de un mensaje dirigido al presidente de la Comisión en Bruselas. En él manifestábamos nuestra repulsa al ministro Matteo Salvini con el ruego que dicho escrito tuviera entrada oficial en el gobierno europeo.
Europa está viviendo unos momentos de especial gravedad donde los racistas de siempre han encontrado un momento idóneo para atacar a los más débiles, que ellos consideran, desde su cerrazón racial, seres inferiores. Y los gitanos sabemos mucho de eso. 500.000 hermanos nuestros fueron víctimas del horror nazi durante la Segunda Guerra Mundial y durante los últimos años estamos siendo víctimas de la extrema derecha europea que no es capaz de valorar en nosotros que somos el pueblo que, posiblemente, ha pagado el mayor precio por seguir siendo un pueblo libre.
Sin ir más lejos, hace dos días, un grupo de jóvenes nazis encapuchados, atacaron por la noche con armas blancas un humilde asentamiento gitano en la ciudad de Lviv, en Ucrania. Mataron de una cuchillada a un joven de 24 años e hirieron a cuatro personas más: un niño de 10 años, dos jóvenes de 19 años y a una mujer de 30. Igualmente fueron atacados cuatro niños más y una mujer embarazada.
¡Bien por el Congreso de los Diputados de España!
El ministro del Interior italiano que nos odia y nos desprecia, debería aprender del Congreso de los Diputados de España que acaba de aprobar, con el voto unánime de todos los miembros de la Cámara, un valiente y comprometido mensaje de apoyo a los gitanos europeos y de repulsa clara y sin remilgos de las palabras y las intenciones del malvado Matteo Salvini.
El ministro Salvini nos odia porque permanecemos de pie después de haber sido perseguidos durante tantos años. Por eso quiere controlarnos tomando las huellas dactilares de nuestros niños pequeños. Y nos desprecia porque sabe que somos un pueblo sufrido que ha sabido conservar durante siglos su cultura, su lengua, sus costumbres y sus tradiciones.
Los ciudadanos de Barcelona deberían saber que el movimiento de liberación de la comunidad gitana en España nació en Cataluña hace 60 años de la mano de personas catalanas comprometidas como fueron Narcís Prat, de Camprodon, Jordi Maria García-Die y Pere Closa, el catalán que llevó el grito de protesta contra la marginación de los gitanos hasta Andalucía. Sus restos reposan en el cementerio de Granada, rodeado de ángeles morenos, cuyas figuran pagaron personalmente los gitanos andaluces.
La manifestación de ayer se convirtió en un grito para decirle a los gobiernos europeos que basta ya de racismo anti gitano. Que juntos, gitanos y “gachés” (payos) podemos construir una sociedad más justa y fraterna donde podamos mirarnos unos a otros a los ojos, limpiamente, con respeto y solidaridad.
Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Vicepresidente de Unión Romaní Internacional