Descripción
Eficacia en el trabajo y claridad en el manejo del dinero
Cuando procedo a redactar unas líneas de presentación de nuestra Memoria de actividades me enfrento a una testaruda realidad: que lo importante es saber plasmar en las páginas que siguen lo que hemos hecho durante el año de referencia y que valoración nos merece la consecución de los objetivos que nos habíamos propuesto. Esto lo hemos conseguido plenamente. Nuestra larga experiencia nos dicta cómo hemos de hacerlo para que el ciudadano interesado pueda conocer con exactitud en qué consiste nuestro trabajo.
Pero hay otro aspecto que a nosotros nos interesa de forma prioritaria: decir claramente con cuánto dinero hemos contado a lo largo del año que nos ocupa. Y así lo venimos haciendo desde que la Unión Romaní se fundó en la primavera de 1986. Tenemos pues una experiencia asociativa propia de 33 años. Y desde el primer año, cuando las subvenciones de los poderes públicos eran muy escasas, hemos publicado nuestras memorias de actividades. Entendíamos entonces, y mucho más ahora si cabe, que cuando se recibe dinero público su administración debe ser transparente y los ciudadanos deben conocer que se hace con la parte de sus impuestos que el Estado ha puesto en manos de los particulares.
Este año nos ha situado al borde del crack
Efectivamente. Nuestra pujante actividad social, sostenida por las subvenciones que recibíamos de las diversas administraciones públicas, ha sufrido un recorte de dimensiones abismales. Quienes tengan la curiosidad de repasar nuestra exposición pública de ingresos y gastos de todos los años podrán ver, –por citar tan solo los correspondientes a los tres últimos años– que nuestros ingresos en 2016 fueron de 1.973.620,39 euros. Que en 2017 alcanzaron la cifra de 1.951.382,77 euros y que este año ni siquiera hemos llegado al millón de euros: 924.190,65 euros. Una debacle que nos ha obligado a poner fin a los contratos laborales que teníamos con decenas de trabajadores repartidos por toda la geografía española.
Sin entrar a valorar la difícil situación por la que atraviesa España, especialmente en lo que concierne a su modelo territorial, lo cierto es que la Administración Central del Estado ha perdido una herramienta muy importante para establecer en todo el territorio del Estado aquellos programas que a juicio del Gobierno mejor pudieran equilibrar los déficits que padecen algunas comunidades en materia de programas sociales.
En nuestro caso, mientras que durante años hemos recibido de los fondos procedentes del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF) del orden de 1.600.000 euros, el año pasado ni siquiera hemos llegado a los 530.000 euros. ¡Un desastre!
Pero nuestro compromiso de lucha sigue vivo
Así lo decíamos el año pasado y así nos reafirmamos ahora. Hace 33 años un grupo de gitanos y gitanas de España se confabularon para decir que querían ser dueños de su destino y administradores de su libertad. Y para lograrlo crearon la Unión Romaní. Nos convertimos así en motores de un cambio imprescindible si de verdad queríamos dejar de ser los pobres necesarios para que algunos aplacaran sus cargos de conciencia o para que otros pudieran justificar así su trabajo o su militancia.
Pero a la vista de las circunstancias nos planteamos muy seriamente la duda de saber si efectivamente vamos camino de conseguirlo.
Juan de Dios Ramírez-Heredia
Presidente de la Unión Romaní