“La pobreza no se corrige con la solidaridad sino combatiéndola por justicia”

Entrevista a Beatriz Carrillo de los Reyes, vicepresidenta del Consejo Estatal del Pueblo Gitano

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Beatriz Carrillo de los Reyes / Archivo particular

El Consejo Estatal del Pueblo Gitano (CEPG) tiene por primera vez al frente una mujer. Se trata de Beatriz Carrillo de los Reyes que recientemente ha sido nombrada por unanimidad nueva vicepresidenta segunda del Consejo. Carrillo, que es licenciada en Trabajo Social, preside la primera asociación de gitanas universitarias de España, AMURADI, y también la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas FAKALI. La andaluza es una rompedora de estereotipos que lleva como bandera el orgullo de ser gitana. Por eso, su voz siempre ha estado comprometida con su pueblo y, especialmente, con la lucha de las mujeres.

¿Qué representa para ti ser la primera mujer que encabeza el movimiento asociativo romaní en el CEPG?

Ser elegida por unanimidad por todas las organizaciones que componemos este órgano, sin duda alguna es un orgullo personal. Un avance sin precedente, no por ser elegida como Beatriz Carrillo de los Reyes, sino por lo que significa para nuestro pueblo y para el resto de la sociedad, que las mujeres empecemos a lograr ocupar espacios representativos, hasta hace no muy poco, vetados para las mujeres en general y las gitanas en particular. Pero lo más significativo es que este hecho marca un antes y un después en la demolición de mitos construidos sobre la idea de que el Pueblo Gitano es especialmente machista, usando de nuevo la cultura como pretexto para continuar reforzando una imagen negativa y falsa, para premiar los valores de la cultura mayoritaria frente a la nuestra. Y no es cierto, bebemos de las mismas fuentes, con los mismos defectos y virtudes. Por lo tanto hay que combatir la lacra machista en igualdad de condiciones. Pero sin olvidar que estamos marcadas como mujeres racializadas situándonos en una peligrosa pendiente con múltiples consecuencias ante la dinámica de la discriminación, la invisibilización y la desigualdad.

¿La voz de las mujeres gitanas cada día tiene mayor eco en la promoción del Pueblo Gitano?

Sin duda alguna. De hecho, la incorporación en la participación pública de las mujeres gitanas ha sido mucho más tardía y, sin embargo, ha tenido un impacto de mayor relieve y calado social y político. Ahora, la pregunta sería, si la voz de las mujeres gitanas tiene el mismo eco de poder que las mujeres payas para las políticas. Evidentemente, no. Desde la perspectiva que, como gitanas, se nos ha marcado hegemónicamente un distanciamiento que ha anulado el feminismo plural e interseccional que ha difuminado nuestras posiciones y nuestra gran lucha.

¿Qué papel juega el CEPG en las decisiones y medidas que toma el Gobierno y que afectan directamente al Pueblo Gitano?

Es uno de los órganos más importante de interlocución y cooperación con las instituciones públicas que asesora al Gobierno sobre las políticas y medidas que se articulan en materia de promoción de la población gitana. Su papel, por lo tanto, es fundamental a la hora de adoptar decisiones políticas que afectan directamente a nuestra gente.

¿Cuáles serán tus objetivos para los próximos cuatro años al frente del Consejo?

Me propongo que recobremos la ilusión y la fuerza con la que ingresamos el primer día en dicho Consejo, con la esperanza manifestada en el nuevo rumbo por el que se encauzaban las nuevas políticas y medidas dirigidas a la ciudadanía gitana de nuestro país. Para lograr, entre otras cosas, conseguir que este órgano sea lo suficientemente útil y eficaz para devolver los derechos que una parte importante de nuestro pueblo no disfruta y especialmente las mujeres. Y por último, uno de la más importante para mí, es alcanzar el estatus político que hasta ahora está siendo, por desgracia, mudo e ignorado por el poder político no gitano.

Eres presidenta de Fakalí y de la Asociación de Gitanas Universitarias AMURADI. ¿Cuáles son los principales retos de las asociaciones gitanas hoy?

Conseguir que nuestra voz y nuestra presencia sea cada día más fuerte en nuestra sociedad, que logre transformar la posición de subordinación que seguimos ocupando en la sociedad en la que convivimos. También, redefinir el modelo de las asociaciones como únicas responsables de la situación gitana. Es un error mayúsculo desposeer de la misión que deben cumplir las Administraciones. Las organizaciones han tenido un papel importantísimo, como elemento de cohesión y vertebración social y han logrado muchas conquistas en los derechos que como pueblo nos pertenecen pero no han sido capaces de ponerlas en valor. Y por tanto, la labor asistencial y de servicios debe formar parte del pasado. La pobreza no se corrige con la solidaridad sino combatiéndola por justicia. Y por ello hay que marcar nuevas estrategias y dotar de contenido nuestros retos que van más allá de la configuración del asociacionismo, cuya labor es importante e imprescindible pero no la única. El primer paso es no considerarnos una minoría aislada de todas las minorías que componen la gran mayoría de nuestro país. Tenemos el peso suficiente para proyectarnos en los centros de poder: desde las universidades al poder legislativo, ejecutivo y judicial. Nuestro voto vale lo mismo que el voto del presidente del Gobierno. Si un día nos mandaron a ocupar las periferias ahora toca ocupar los centros.

Ser mujer y gitana es todavía hoy un doble estigma. ¿Cómo te enfrentas a esa barrera?

En el ámbito personal para mí nunca ha sido un estigma ni doble ni triple el hecho de ser mujer y gitana por mucho que lo hayan pretendido, entre otras cuestiones, porque yo no he querido ni lo he aceptado. Siempre he vivido en coherencia con mis múltiples identidades. Y cuando me han querido imponer barreras las he tumbado de un plumazo. Sin más…Lo he heredado de mi madre. Y eso es lo que siempre he querido contagiar a todas esas mujeres a las que les han robado su autoestima, su poder y hasta parte de sus vidas. Ahora, los estigmas no son una cuestión solo individual sino que tienen una naturaleza colectiva que nos afecta a todos y todas.

Además también eres universitaria. ¿Crees que la sociedad invisibiliza a las gitanas con estudios superiores como tú?

Cuando la sociedad considera que eres un ejemplo de éxito o de superación drásticamente te invalidan como gitana por no responder a los valores negativos que nos adjudican. Y no es fácil, pero me he esforzado muchísimo para que nadie anule lo que soy. Una persona con una seña de identidad que dignifica lo que con gran esfuerzo y dignidad les ha costado conservar y mantener a nuestros antepasados. Y como yo otras muchas, con o sin estudios, somos las herederas de esas huellas que la historia nunca ha podido borrar. Por eso llevo como bandera el orgullo de ser quien soy: Gitana.

¿Cómo se lucha contra ese estigma social que homogeneiza a toda la comunidad y tiende a relacionar a los gitanos solo con marginalidad o con folclore?

Día a día, minuto a minuto demostrando nuestro inconformismo y resistencia a creernos lo que nos imponen desde esas lógicas racistas antigitanas. Que desean mantener vivo el fuego del estereotipo para consolar y validar la supremacía de los valores hegemónicos. Las sociedades consideradas modernas y desarrolladas siempre han necesitado al diferente, al “enemigo”, para poner en contraste el valor de su identidad propia y hacerla prevalecer por encima de los valores de los definidos como los “otros”. Nuestro pueblo es la cultura étnica más importante de nuestro país y ha contribuido notablemente a configurar su carácter y personalidad, especialmente de Andalucía. En muchos rincones de mi tierra, ser gitano o gitana es casi un galardón. A muchos gaches les gustaría ser gitano o gitana, porque lo consideran algo muy especial y, sin embargo, eso que ha dado tanta riqueza y tanta belleza a nuestra tierra, como uno de los iconos de la cultura cuando se quiere presumir ante el resto del mundo, es en muchas ocasiones  denostado.  Me atrevería a manifestar que incluso llegan hasta desposeernos de nuestras aportaciones y de lo que realmente ha regalado nuestra cultura para cincelar el gran patrimonio de nuestra tierra.  Por ello, aún nos quedan muchos retos y desafíos por afrontar pero que nadie olvide que el pueblo gitano, es un gran pueblo; un pueblo invencible.

(Laura Guevara Monfort)