Los gitanos. Hemos pasado de ser comparados con Dios a dirigir el Centro de Investigaciones Sociológicas

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Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya

¡Válgame Dios! En tan solo una semana la opinión publicada española se ha visto conmocionada porque Paula Echevarría ha dicho que compararla a ella con Dulceida sería tanto como comparar a Dios con un gitano. ¡Que barbaridad! Y sobre esto ya me manifesté a instancia de los informadores que reclamaban mi opinión sobre tan insólita comparación.

Pero resulta que ahora los gitanos volvemos a estar en la cresta de la ola informativa porque el insigne catedrático de Sociología, don José Felix Tezanos ha dicho que ¿por qué razón un gitano no puede ser el presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas? Parece evidente que el señor Tezanos, por el que siento sincero afecto y admiración, ha querido poner de manifiesto la enorme distancia que separa a la cúspide científica de la investigación de los comportamientos humanos, de la de un gitano, expresión palpable de la marginación social y por ende de la ignorancia. Todo este batiburrillo me empuja a formular algunas consideraciones.

El trasero de Paula Echevarría

Hay un sabio refrán castellano que dice que “no ofende quien quiere, sino quien puede”. Y es verdad. Nosotros, los gitanos, no nos sentimos ofendidos por la señora Echevarría, porque tanto si ella se considera “Dios”, como si se siente gitana, lo que más podemos admirar en ella, aparte de su belleza magníficamente conservada a sus 40 años, es su culo espectacular. Todos los especialistas hablan del nuevo trasero de la actriz que ha conseguido, tras una operación mediante la cual le han introducido en los glúteos unos cables o hilos quirúrgicos de polidioxanona, tener un trasero espectacular. Dice Berta Batlló que la señora Echevarría se ha hecho “como un pequeño Lifting, pero en el culo”. Pues muy bien.

Y de la joven Aida Doménech, conocida como Dulceida, ¿qué podemos decir? En este conflicto de opiniones ella es la parte inocente porque ella no se ha metido con nadie. Tanto es así que hay quien interpreta que en la comparación de Paula Echevarría, la señorita Dulceida encarna la figura del Dios todopoderoso, creador del Cielo y la Tierra. Cuando en realidad se trata de una mujer de 28 años, nacida en Badalona, conocida por su labor en las redes sociales donde habla de moda y estilo de vida. La acabo de ver en un video de YouTube y me ha gustado oírle decir que “la gente dice que estoy gorda y que no me puedo poner según que cosas por mi cuerpo”.

Lo que todavía no entiendo es qué pintamos los gitanos en un conflicto de competencias de estas características, sobre todo si tenemos en cuenta que nuestras mujeres gitanas, especialmente en su primera juventud, les darían sopas con honda, que diría Sancho Panza, a estas estrellas del Internet.

¡Claro, estimado profesor, que podemos dirigir el CIS!

Un gitano, o una gitana, puede dirigir el Centro de Investigaciones Sociológicas, de la misma manera que puede ser Ministro de Comercio ―si los ministerios se obtuvieran por concurso-oposición, ése seguro que lo ganaríamos―, o Secretario de Estado de Servicios Sociales, o Ministro Portavoz del Gobierno. Campos todos ellos en los que podríamos demostrar una especial habilidad. Bueno, ya lo decía Preciosa, la gitanilla de Cervantes: “No hay gitano necio ni gitana lerda, que, como el sustentar su vida consiste en ser agudos y astutos, (…) despabilan el ingenio a cada paso, y no dejan que críe moho en ninguna manera”.

El Ministro de Cultura debería ser un gitano

Ese sí que es un Ministerio que se nos debe. ¡Lástima que al señor Presidente del Gobierno no se le ocurriera preguntar, porque yo le habría propuesto más de un nombre de gitanos o gitanas, militantes o no del PSOE, que habrían desempeñado esa cartera con una brillantez desconocida hasta ahora entre nuestros dirigentes. Y que conste que me siento muy feliz con el nombramiento de mi paisano don José Guirao Cabrera con quien coincidí en nuestra tierra común de Andalucía mientras yo era Diputado al Congreso por Almería y él era un importante trabajador de la Diputación Provincial.

Pero algún día ese Ministerio caerá en nuestras manos. Miro a mi alrededor y contemplo una pléyade de jóvenes, especialmente gitanas, bien formadas, con conciencia política y con ganas de ser eficaces no solo para nuestra gente sino para todos los españoles. Durante mucho tiempo he oído decir a mi amigo y hermano Diego Luis Fernández Jiménez que hay que llenar el Paraninfo de las Universidades españolas de lunares gitanos. Hoy podemos decir, para su satisfacción y la mía, que cada día son más las jóvenes gitanas que cursan estudios universitarios, lo que supone un rejón de muerte al pretendido machismo gitano: el 60% de los gitanos que cursan estudios superiores son mujeres gitanas.

La democracia española tiene una deuda con el Pueblo Gitano

Las palabras de José Felix Tezanos nos hacen justicia porque no nos compara con Dios, en cuyo caso siempre saldríamos perdiendo. Dice el reputado catedrático que los gitanos somos como los judíos, como los socialistas, como los comunistas, como los podemitas, ―y como los del PP o como los de Ciudadanos, añado yo―. Somos ciudadanos españoles, iguales en derechos (bueno, un poco menos) y obligaciones que nos sentimos amparados por la Constitución de 1978 que tuve el inmenso honor de contribuir a su redacción y finalmente firmar.

Pero hay otra razón política y hasta de sentido común, por la cual, alguna vez, el Ministerio de Cultura debería estar en nuestras manos. No voy a hablar del Flamenco, ni de la literatura donde en el panorama europeo hay figuras comparables con los más destacados autores. Y ni siquiera lo haré del arte escénico donde los gitanos hemos brillado con luz propia e inimitable. Déjenme tan solo referirme a la música clásica donde los gitanos hemos jugado un papel determinante.

¿Quién puede reivindicar un papel más destacado que el de los gitanos en la inspiración, creación y ejecución de la música clásica? Me resisto a dejar de transcribir lo que dice Javier Pérez Senz, sin duda uno de los críticos musicales más importantes en prensa y radio de toda España. “El mundo de la música clásica tiene una deuda histórica con el pueblo gitano. La cultura romaní lleva casi cinco siglos inspirando a grandes compositores. Y en la base de la admiración por los músicos gitanos, se da un reconocimiento implícito al papel creativo de los compositores e intérpretes gitanos”. Y en otro momento dice: “El gran público conoce las Rapsodias húngaras, de Franz liszt, pero no todos saben que para escribirlas incorporó melodías populares auténticamente romaníes y trató de imitar el estilo, el fulgor técnico y el encanto de los más famosos compositores y violinistas gitanos de su tiempo, con János Bihary y Antal Csermák como señeras figuras. De hecho, en la base de la admiración por los músicos gitanos se da un reconocimiento implícito al papel creativo de los compositores gitanos, puesto que, más allá de crear melodías, de escribir canciones cargadas de emoción, lo que les convertía en artistas únicos era —y sigue siendo— su extraordinario virtuosismo como intérpretes.

¿Dónde están los “royalties”?

Durante los 40 años de Dictadura, el gobierno del general Franco hizo esfuerzos para cambiar la imagen que se tenía de los españoles en el resto de Europa. Se hicieron campañas de publicidad de muy corto alcance en una Europa que tardó muchos años en curarse las heridas. España no participó en la guerra y los europeos nos repudiaron a causa de la amistad de Franco con Hittler. Y aunque Alejandro Dumas escribiera que “África empieza en los Pirineos” lo cierto es que las autoridades españolas se esforzaron en ofrecer una imagen de nuestro país distinta. Y ahí nació la campaña “Spain is different” que don Manuel Fraga se sacó de la chistera en los años en que fue ministro de Información y Turismo con Franco.

Inundaron la Europa próspera de la posguerra con carteles de gitanas guapísimas, de toreros gitanos jugándose la vida ante morlacos de enormes cuernos y de mucho cante, mucho baile y mucho guitarrista gitanos para convencer a los turistas de que vinieran a España a pasárselo bien y a disfrutar de nuestro sol y de nuestras playas. La campaña fue un éxito, tanto que aún perdura. Y entre nosotros los gitanos, y el “Que viva España” de Manolo Escobar, nuestro país empezó a sacudirse el estigma de gulag soviético donde los ciudadanos, como en la época de Stalin, vivían bajo la bota del general Franco y de su régimen represor de las libertades.

Los economistas dicen que los royalties son los pagos que se deben dar al poseedor de los derechos de autor de un producto a cambio de su explotación. Pues nosotros no hemos cobrado todavía la explotación de nuestra imagen para vender al mundo que “España es Diferente”. Por eso, señor Presidente del Gobierno, ¿no cree que ha llegado la hora de que, alguna vez, al menos el Ministerio de Cultura sea encabezado por un hombre o una mujer gitanos? Seguro que don José Felix Tezanos apoya la idea.

 

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Vicepresidente de Unión Romani Internacional